Con los focos apagados, comenzó a sonar música electrónica a todo volumen. Poco a poco se hizo la luz, y se vió como durante unos minutos, los personajes principales, Laura Valeiras y Paulinho Mouriño, bailaban de forma desenfrenada al ritmo de la melodía. La Escuela de Teatro de USC presentó, en lengua gallega, una obra de creación propia que invitaba a la reflexión sobre la imposibilidad del lenguaje, el pensamiento de Maurice Blanchot y Derrida, la feria de Chantada y la alergia al kiwi.
La función comprende un proyecto que los protagonistas llevaron a cabo en la escuela de interpretación de la universidad, y que Roberto Salgueiro, director de la obra, rescató porque, por motivos de salud, no pudieron empezar a preparar otra en septiembre, como acostumbran a hacer. No obstante, la obra se vió sujeta a cambios constantes, Valeiras recalcó: “Estaba el texto pero no teníamos nada memorizado, en los ensayos construimos poco a poco”.
Lo que realmente definió el trabajo final que presentaron los dos actores es la forma en la que interpretaron el texto. Roberto Salgueiro, contó que él estableció un texto pero los propios intérpretes fijaron los tiempos, no solo en los ensayos, sino también en la propia puesta en escena: “Nos dejamos llevar por la reacción del público”. Afirmó que tienen diferentes posibilidades en escena ya que “una característica del teatro es que nunca sabemos lo que va a suceder”.
La forma de trabajar de este grupo es diferente a la del resto: optan por la confianza y la improvisación, y no existe una autoridad. Paulinho considero: “La preparación es muy importante, es un espacio libre donde todos aportamos ideas y gozamos de esa libertad”.
El público también reconoció y disfrutó de esa diferencia y buen ambiente que desprende este grupo de la Escuela de Teatro de USC. David Picado, estudiante de cine de la UBI, afirmó “rompió totalmente con lo que veníamos viendo, se sintió como un aire fresco de decir, vaya, la vida es buena y bonita”.
Los estudiantes de la USC hicieron reír a los asistentes durante los 40 minutos que duró la actuación de su teatro pos-dramático, que como dice su director “se sale fuera de la línea habitual”.